por Jorge Gálvez (Dirigente de Soberanistas)
El siguiente texto lo escribí para el proyecto político del FPMR hace bastantes años, lo reproduzco nuevamente porque creo que adquiere plena vigencia en el actual debate del Soberanismo, que debe enfrentar por un lado a la derecha y ultraderecha globalistas y la criatura creada en los laboratorios del Pentágono y en el seno del Partido Demócrata, la ‘izquierda identitaria‘ postmoderna, cuya máxima expresión en Chile es el Frente Amplio.
La Patria de Ellos y la Nuestra: Las Burguesías no tienen Patria
En la construcción de la identidad nacional y en el concepto de Patria también impera la lucha e intereses de clases, lo que se denomina en el concepto de Patria en los sectores dominantes y las burguesías de turno son una serie de contenidos y normas esclerotizadas, que construyen un mundo a su imagen y semejanza, eterno e inmodificable, alienación que asume los intereses propios como intereses y necesidades del conjunto de la sociedad, todo esto profundizado y formalizado por las instituciones políticas, jurídicas, culturales y medios de comunicación burgueses: “…viene a ser una desvergonzada mentira burguesa… para presentar los intereses de los ladrones como si fuesen intereses del pueblo o de la patria” (Lenin, sofismas de los socialchovinistas t. 21, pag. 162).
Para la burguesía, la Patria es la propiedad privada y todos los privilegios que eso conlleva. La dominación burguesa actual es la antítesis de la Patria, pues la oligarquía financiera fracción actualmente dominante está subordinada absolutamente a los intereses imperialistas, es una clase dominante domesticada, paria y, por tanto, propugna una cultura foránea, imposibilitada de esta manera de reflejar la identidad nacional y el protagonismo de las masas y el movimiento popular. Cultura bastarda que se oculta bajo el ropaje de globalización liberal, concepto que enmascara al imperialismo del siglo XXI.
Para nosotros, en cambio, lo fundamental son los ejemplos de las luchas de los pueblos: inquilinos, mapuches, mestizos, criollos, trabajadores, etc. Es por eso que aún estamos aquí luchando, sin su historia los revolucionarios no continuarían, su permanencia histórica es nuestra actual existencia, esto solo es posible porque la Patria sigue viva y la deuda que tenemos con ella también. Ese movimiento mayoritario cada cierto tiempo se sintetiza en sus mejores hijos: Lautaro, Manuel Rodríguez, los hermanos Carreras, Arcos y Bilbao, Balmaceda, Luis Emilio Recabarren, Salvador Allende, Miguel Enríquez, Cecilia Magni y Raúl Pellegrin, etc.
El concepto de Patria de los explotados está ligado indisolublemente con la soberanía que debe tener el pueblo sobre los asuntos políticos, sociales y económicos de nuestro país y así mismo en su autoconstrucción como sociedad. Solo es compatible con las grandes transformaciones que buscan una verdadera independencia nacional, que garantice el control por parte de la clase explotada de los recursos naturales y de nuestra capacidad productiva, enfrentando así al gran capital financiero y al imperialismo, ambos enemigos de toda la humanidad.
La gran burguesía nacional como proyecto ya no existe, por tanto, están imposibilitadas y sin voluntad política de constituir un proyecto de desarrollo nacional, las únicas fuerzas que pueden llevar adelante un proyecto de este tipo son la clase obrera y las fuerzas populares; de esta manera, el proyecto estratégico del proletariado, el Socialismo, incorpora la Soberanía. La soberanía se ha vuelto subversiva, en cuanto se enfrenta con los intereses del capital y las políticas imperiales, no es posible avanzar en torno a las medidas nacionales sino a condición de construir el Socialismo.
La concepción de Patria solo puede entenderse genuinamente en la medida que está ligada a los intereses estratégicos de la clase, las clases subalternas en general. Estos intereses en común van configurando una cultura y una identidad propia, cuyos elementos a la vez van conformando un destino histórico común de todos los sectores explotados, en ese sentido la Patria es también la voluntad irrestricta de constituir nación y sociedad, por eso es esencialmente antiimperialista. Por tanto, el patriotismo es aquella acción que busca la implementación de aquella sociedad que muta aquellos intereses por medio de la toma del poder en la institucionalidad dominante, a través de la cual el movimiento popular construye la nueva sociedad socialista. En este sentido, la Patria tiene una forma nacional, pero como la identidad y los intereses de las clases explotadas que sobrepasan las fronteras nacionales, también tiene un contenido internacional, por lo cual es propio hablar también, por ejemplo, de la Patria Latinoamericana.
Las Burguesías no tienen Patria
No se puede ser patriota sin ser al mismo tiempo libertario (entendiéndolo como voluntad que se resiste a toda forma de dominación); el objetivo de separar ambos conceptos y disposiciones de vida y lucha solo privilegia a los intereses dominantes. Las burguesías en este contexto histórico no tienen Patria, incluso están imposibilitadas por su agotamiento histórico de constituirla, su cultura, su identidad, sus contenidos son lacayos, neo colonizados, subordinados, prostituidos. En cambio, la clase obrera si no la tiene siempre está en condiciones de constituirla, aquí siempre se olvida que la sentencia de Marx y Engels en el manifiesto Comunista de decir que “los obreros no tienen patria” está seguida de la afirmación que “…el proletariado debe en primer lugar conquistar el poder político, elevarse a la condición de clase nacional, constituirse en nación, todavía nacional, aunque de ninguna manera en el sentido burgués.“. La burguesía atrapada en la lógica del capital especulativo desarraigada de la producción constituye una identidad tan volatizada como las burbujas especulativas que construye. La imposibilidad de las burguesías de constituir una identidad nacional no solo es una debilidad ideológica, sino es una debilidad estratégica, es decir, en el futuro la dificultad de transformarse en un sector hegemónico en la sociedad; esto debe ser entendido como parte de la crisis civilizatoria burguesa que vivimos en la actual época.